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¿Ganas de una aventura digna de la Unesco? Descubre Monte Perdido

24 de mayo de 20193 min de lectura
Monte Perdido

En pleno corazón del Valle de Ordesa, el macizo de Monte Perdido se levanta majestuoso. La imagen de esta mole calcárea es increíble, y los paisajes del entorno, preciosos. Tenían que serlo para que la Unesco diera su bendición a la región, otorgándole la mención de patrimonio mundial.

Piérdete entre cañones profundos y parajes bucólicos en los que se detiene el tiempo. Alojarse en los pueblos de la región es mirar al pasado, a un tiempo marcado por el pastoreo, la gastronomía artesanal y las costumbres rurales. Vamos, un destino ideal para iniciarse en el turismo slow.

Qué ver en tu fin de semana por el Monte Perdido

Broto , Huesca

En realidad, todo el Pirineo aragonés es un tesoro rural, con rutas donde se suceden aldeas, campos de cultivo, caminos de montaña, zonas de pastoreo, granjas y bosques. Hay multitud de lugares para reencontrarse con la naturaleza, respirando aire puro y haciendo algo de ejercicio.

Lo mejor es que no hace falta ser un experto montañero para descubrir la región. El nivel lo marcas tú, y, si es bajo, tienes caminos como la ‘vía ferrata’. Puedes salir de Broto y llegar al barranco de Sorrosal sin darte cuenta. Eso sí, mejor ir con guía para disfrutar de las vistas desde lo alto de la cascada.

Aínsa, Huesca

Otro rinconcito de la región de fácil acceso es San Martín, sus pozas te parecerán un regalo divino tras una jornada de senderismo montañero. El ambiente tranquilo y el frescor del agua ayudan bastante a relajarse con toda la familia, mascotas incluidas.

Tomar algo en una terraza del casco antiguo de Aínsa es lo mejor que se puede hacer para rematar la jornada al fresco. El plan es genial: buena comida, una cerveza artesanal con sabor pirenaico, un entorno de corte medieval y un ambiente familiar y distendido… ¿Quién puede resistirse?

Peña Montañesa

Para escapadas más exigentes, hay que dirigir la mirada a la Peña Montañesa. Reúne a los colegas y reserva un par de días para alcanzar el punto más alto de la Sierra Ferrera. Si la Peña no les convence, no pasa nada, la zona está llena de cimas que conquistar, como la del Castillo Mayor.

¿Y qué se puede decir de la Tuca? Su pico compite en altura con los del Castillo Mayor y la Peña Montañesa, pero cuenta con tramos algo más accesibles. Eso no quiere decir que sus vistas sean fáciles de conseguir. Hay que currárselas cresteando en los últimos empujones. Así que ¡a ponerse en forma!

4. Lafortunada

Dolmen de Tella

Para conseguir unas vistas igual de atractivas pero mucho menos ‘sufridas’, no te agobies, pásate por el dolmen de Tella. Su estado de conservación es excelente, y fascina que haya perdurado desde tiempos inmemoriales en mitad de la montaña. Pero la zona esconde muchos más tesoros.

Además del camino del dolmen, encontrarás dos rutas complementarias. Una lleva a la cueva del oso y su museo, otra conduce a las tres ermitas de Tella. En total, son apenas dos kilómetros de vía circular, fácil de recorrer y con unas vistas preciosas del parque de Ordesa y Monte Perdido.

Panticosa, Huesca

Panticosa fascina en invierno, con una estación de esquí (la de Aramón) modesta, pero donde los planes en familia siempre salen bien. Además, se come de lujo. Pero, este pueblo fronterizo también despierta pasiones viajeras con la llegada del buen tiempo, y no solo por estar a un paso de Monte Perdido.

El reclamo primaveral y veraniego es el parque zoológico de Lacuniacha. Más de una docena de especies de animales viviendo prácticamente a su aire. Mete en la mochila una bolsa de frutos secos, bocadillos, abundante agua y muchas ganas de caminar… ¡decenas de linces boreales y bisontes te esperan!