Sin el pescado a la parrilla, el vino de Oporto y los arenales de la Costa Verde, no se entendería el encanto del norte de Portugal. Sabores tradicionales, paisajes de cine, joyas arquitectónicas y precios bajos… ¿Cómo vas a rechazar un planazo así?
1. Oporto
Si te escapas al norte de Portugal, tienes que darte un bañito en la Costa Verde. Procura que sea cerca de Oporto para que el encanto medieval del barrio de Ribeira te quede cerca. Un paseo por sus calles adoquinadas es imprescindible, sobre todo si incluye un alto en el camino sobre el puente Don Luis I.
Detenerse a disfrutar de la desembocadura del Duero en el mirador del puente Don Luis I es la excusa perfecta para cruzar al otro lado del río. El encanto de las fachadas llenas de azulejos de Vila Nova de Gaia es la mejor recompensa, además de una copita de Oporto y una ración de sardinas a la brasa o de bacalao a la portuguesa.
3. Guimarães
El complemento perfecto de la gastronomía portuense es el patrimonio arquitectónico de Guimarães. Su castillo del siglo XI es una auténtica joya del Medievo. Lo mismo que el peculiar templete gótico de Oliveira o el palacio de los duques de Braganza, con sus interiores de corte medieval y su museo histórico.
4. Braga
Con la tripa llena y la lección de historia aprendida, lo mejor es quemar calorías subiendo la escalera Bom Jesus do Monte. La estampa es impresionante, con el templo que corona dos hileras de escalones y cerca de una veintena de tramos dispuestos en secciones simétricas. El aire místico de este conjunto neoclásico es, simplemente, impresionante.
Si Guimarães y Braga impresionan por su arquitectura, Viana do Castelo enamora. El Monte de Santa Luzia suma al encanto de una basílica de inspiración bizantina, la belleza de su entorno natural. Y las vistas al valle del Lima… ¡menudo mirador! Dicen que es una de las panorámicas más bonitas del mundo, aunque lo mejor es que lo compruebes en persona.