Siempre aprovechamos el verano para mejorar la figura y darle un toque saludable al día a día. Es hora de cambiar los conservantes artificiales por ingredientes frescos, las sesiones de gimnasio por las escapadas campestres y las piscinas cubiertas por pozas naturales y cascadas increíbles.
En Burgos saben dónde hay que ir cuando aprieta el calor. El cauce del Jerea es bien fresquito, y además forma cascadas impresionantes. La de Pedrosa de Tobalina tiene una caída de 12 metros, bastante para dejar con la boca abierta a los valientes que se atreven a zambullirse en la poza.
2. Aniol d’Aguja
La Garrotxa es una comarca gerundense que esconde tesoros naturales como la piscina natural de Gorg Blau de Sant Aniol. Un chapuzón refrescante junto a la cascada de Aniol d’Aguja después de practicar un poco de senderismo es el plan perfecto para rematar la operación bikini de este año.
3. Cantonigròs
La Foradada es una poza que enamora por su ambiente íntimo, en parte creado por las formas de las rocas que dan vida a la cascada de Cantonigròs. Pero la verdadera protagonista del lugar es la luz que se cuela por el forat de la piedra, y que complementa la belleza de este salto de 15 metros de altura.
4. Las Chorreras
Está claro que una cascada gigantesca siempre aporta emoción a una escapada por el campo, pero hay pozas que no cuentan con saltos de película y también molan. Basta darse una vuelta por Las Chorreras para comprobarlo, con piscinas y cascadas que impresionan lo justo, pero que son ideales para una tarde de relax.
5. Charco Azul
Luego, están las pozas naturales que ni siquiera necesitan la presencia de una cascada para llamar la atención. ¿Acaso los bañistas del Charco Azul de Gran Canaria se fijan en la modesta columna de agua que se desliza por el barranco? Lo que hipnotiza es el color turquesa del agua y la magia de las cuevas.